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Esta es una foto de las especias que tenemos en casa. En Suecia los botes de especias no están rotulados en latín. Entonces, ¿cómo podemos saber el nombre de estas sabrosas especias? Continúa leyendo.
En su De ratione studii, el gran humanista Erasmo de Rotterdam nos proporciona un excelente consejo sobre cómo aprender expresiones, dichos y proverbios. En este artículo te mostraré cómo adaptar esta sencilla técnica que nos ayudará a enriquecer nuestro vocabulario en latín a partir de los elementos cotidianos que nos rodean.
Para ver más técnicas lee este artículo sobre cómo mejorar tu latín en 10 minutos al día.
Quizá pienses que aprender los nombres en latín de las cosas que nos rodean en nuestro día a día es una pérdida de tiempo para un latinista. No estoy de acuerdo.
Parafraseando a Erasmo, debemos dominar el vocabulario de aquellos aspectos más básicos (nombres de lugares, animales, prendas de ropa, mobiliario, etc.) porque autores de cualquier época han trazado comparaciones y metáforas apoyándose en dichos elementos.
Pero también hay otra razón.
¿Por qué palabras de nuestro día a día?
Saber los nombres de todo aquello que te rodea proporciona confianza, te hace sentir que dominas ese contexto. Contribuye a disminuir las dudas sobre ti mismo, dirás: “puede que no sepa esta palabra, pero conozco las palabras para identificar todos los elementos de mi casa”
Aunque parezca raro, saber la palabra exacta de todo aquello que te rodea es un indicio tangible de tu progreso que, de lo contrario, resultaría tan lábil e incierto. Nosotros no somos capaces de percibir el crecimiento diario de una planta y por eso mismo no nos damos cuenta de que crece.
No obstante, aprender este vocabulario requiere un tiempo del que en muchas ocasiones no disponemos. ¿Qué podemos hacer? ¿Aprenderlo sin hacer un gran esfuerzo?
Aunque pueda parecer increíble no lo es.
Cómo aprender vocabulario del día a día
Utilizaremos como guía al eminente humanista holandés. La técnica a seguir la encontramos en su genial De ratione studii (1512), donde nos ofrece algunos consejos prácticos a la vez que expone su punto de vista sobre el aprendizaje del latín.
Él propone colgar en las paredes y en los enseres que utilizamos cotidianamente proverbios, locuciones, dichos populares e incluso grabarlos en anillos, copas u otros objetos a nuestro alrededor y aprenderlos mientras hacemos otras cosas.
Esto nos lleva de vuelta a las sabrosas especias de las que hablaba al inicio.
Hace poco, con mi ayuda, mi novia empleó este método para aprender los nombres de las especias que usamos más a menudo.
Esta técnica surtió efecto de un modo espectacular. Después de unas pocas semanas ha aprendido todos sus nombres simplemente viéndolas diariamente cuando cocinamos, no estudiándolas concienzudamente.
Una vez que hayas puesto los rótulos en estos objetos verás constantemente las palabras en latín: cuando vayas a por un café a la cocina, cuando saques la basura, lo verás y rápidamente establecerás un vínculo duradero entre dichos nombres y el objeto al que se refieren, evitando, por así decirlo, el paso intermedio.
¿Cómo se hace esto?
Paso 1: selección de objetos
En primer lugar, debes seleccionar los elementos cuyos nombres quieras aprender.
Dependerá de tus preferencias, del tiempo que dispongas y de tu nivel. Empecemos con por el vocabulario básico, por ejemplo:
- puerta
- mesa
- ventana
- horno
Algunos prefieren poner etiquetas a todos los elementos de su habitación. Por ejemplo:
- pomo
- interruptor
- estante
- cortina
Elige una estrategia y ponla en práctica. Una vez hayas acabado de elaborar tu lista es el momento de prepararse para la ‘caza’, esa búsqueda de la palabra adecuada en latín.
Paso 2: encontrar la palabra en latín
Existen distintas fuentes a las que recurrir para encontrar la palabra exacta en latín. En primera instancia, los diccionarios de referencia son el mejor recurso.
Diccionarios
Vamos a analizar primero los diccionarios en las lenguas vernáculas. Hay muchos, pero solo voy a mencionar aquellos más conocidos y exhaustivos.
● Inglés: Smith, W., Hall, T. D, Smith’s English-Latin Dictionary (reedición) (la versión digital está disponibleaquí)
● Francés: Goelzer, François, Nouveau dictionnaire français-latin (Paris, 1907).
● Alemán: Georges
A estas obras del siglo XIX cabría añadir el excepcional Lexicon Latinum, elaborado por David Morgan y continuado por Patrick Owens. En este diccionario no solo se recogen muchas palabras que en vano buscaríamos en cualquier otro lugar, sino que también encontramos los distintos y posibles significados de dicho vocablo.
Si estás verdaderamente interesado en aprender los matices que existen entre palabras similares, te aconsejo que consultes los diccionarios específicos de sinónimos en latín.
Obras ilustradas
Otro valioso recurso es el Orbis Pictus Latinus de Herman Koller, el cual contiene alrededor de 1700 palabras del latín clásico y neolatín, la mayoría de ellas con ilustraciones.
En este mismo sentido, pero dirigido a niños y principiantes ‑aunque a muchos profesores les resultaría difícil saber todos los nombres- tenemos la obra First 1000 words Latin, con imágenes estructuradas temáticamente a partir de los elementos del día a día con sus respectivos nombres en latín. Esta obra ha sido revisada por Patrick Owens.
Foros y grupos online
Otro fabuloso recurso son los foros y los grupos de Facebook.
Llevar a cabo esta tarea con amigos te permite compartir el trabajo que supone buscar las palabras y discutir con ellos qué palabra es la más idónea
Por eso te recomiendo los siguientes grupos dedicados al latín en Facebook:
Teaching Latin for Acquisition,
Latin teacher idea exchange,
Learning Latin
Los participantes en estos grupos siempre estarán dispuestos a ayudarte.
Ahora que sabemos que las palabras que se nos resistían están en Internet, ¿cuál es el siguiente paso?
Paso 3: materiales y disposición
Ahora vas a necesitar un folio, preferiblemente que sea grueso y de un color llamativo para que resalte.
Evita usar post-its, puesto que no se adhieren bien a las superficies suaves y acaban cayéndose al poco tiempo.
Escribe las palabras con un tamaño lo suficientemente grande, que te permita verlas desde cualquier parte de tu habitación.
Si, por ejemplo, sueles pasar mucho tiempo sentado en tu escritorio, procura colocar las cartulinas de manera que puedas verlas bien desde esa posición.
Y cuando ya te las hayas aprendido
Para ir más allá
Retomemos en este punto el sabio consejo de Erasmo, pero modificándolo ligeramente.
Cuando la palabra ‘ventana’ haya dado paso a fenestra y ‘mesa’ a mensa, cuando tu espátula no huela a ‘albahaca’ sino a ocimum, entonces escribe nuevas palabras en tu cartulina.
Busca en el diccionario o en un corpus (ej.: PHI) algunas palabras comunes en latín tales como mensa y redacta una frase o copia un proverbio que contenga esa palabra. Por ejemplo: secunda mensa (“postre”) o mensae tempus (“hora de comer”).
Haz lo mismo con las expresiones o proverbios que te vayas encontrando.
Este ejercicio puede parecer poco significativo, pero a la larga aprenderás mucho
“ Tametsi singula per se pusilla uidentur, tamen in unum collata acervum doctrinae thesaurum lucro augent.”
— Erasmus, Ratio studii
No te rindas
Un último consejo a la hora de buscar la palabra adecuada. Puede parecer tan sencillo como simplemente abrir un diccionario, pero no siempre lo es.
A veces nos encontramos con respuestas que nos plantean problemas, con definiciones ambiguas o sencillamente no encontramos lo que buscábamos. Todo son trabas. Pero no te rindas, ne hastas abieceris.
Si tienes dudas sobre qué palabra elegir, consulta todos los diccionarios, recurre a los diccionarios de sinónimos en latín (aquí puedes encontrar más información sobre ellos) y pregunta a otras personas.
¡Disfruta de tu búsqueda!
Traducido por Carles Garcia