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Cómo aprender latín

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Apren­der latín es la mejor decisión que he toma­do en mi vida. Ser capaz de leer pasajes de Enio, reírme con Plau­to y Teren­cio, ser instru­i­do por Séneca el Joven, mar­avil­larme con Cicerón o con­moverme has­ta llo­rar con Ovidio –autores que vivieron hace más de 2000 años– hoy en día es una fan­tás­ti­ca expe­ri­en­cia fuera de lo normal.

Después de muchos años de apren­der latín por mi cuen­ta y de enseñar a otros, he lle­ga­do a la con­vic­ción de que cualquiera puede apren­der latín de man­era auto­di­dac­ta, si emplea el tiem­po sufi­ciente, la estrate­gia cor­rec­ta y los recur­sos adecuados.

En esta serie de artícu­los me dispon­go a pon­er de relieve los aspec­tos más impor­tantes a la hora de apren­der latín tenien­do en cuen­ta no solo la moti­vación, obje­tivos y hábitos, sino tam­bién los recur­sos y téc­ni­cas para apren­der una lengua. Mi obje­ti­vo es que el lec­tor, ya sea auto­di­dac­ta, alum­no, o un pro­fe­sor que tra­ta de mejo­rar o pro­gra­mar un plan de estu­dios encuen­tre aquí algo de ayuda.

El pre­sente artícu­lo es el primero de una serie de tres en el que hablaré sobre la moti­vación, los obje­tivos y los hábitos, en el sigu­iente analizare­mos los mate­ri­ales disponibles para nue­stro propósi­to y en el últi­mo las dis­tin­tas téc­ni­cas y recursos.

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Motivación para aprender latín y no decaer en el empeño

Hace 2300 años Liv­io Andron­i­co invocó a las Came­nas y com­pu­so el primer poe­ma épi­co en latín –su adaptación de la Odis­ea– la Odus­sia.

“Virum mihi, Came­na, insece versutum.”

— Livius Andron­i­cus, Odyssea 2.1.

Podría decirse, por tan­to, que con estas pal­abras comien­za la Lit­er­atu­ra Lati­na –al menos este es el primer tes­ti­mo­nio de que disponemos.

Imag­i­na la can­ti­dad de tex­tos en latín que se han escrito después de estos ver­sos. El latín no solo fue la lengua de Cicerón y Vir­gilio, sino que per­duró más allá del hor­i­zonte de la Repúbli­ca y el Impe­rio Romano como vehícu­lo de expre­sión de aque­l­lo más pre­ci­a­do para el ser humano: sus pen­samien­tos y afectos.

El latín fue la lengua de Auso­nio, San Agustín, Aloisio y Abelar­do, San­to Tomás de Aquino, God­ofre­do de Mont­mouth, Eras­mo, Melanchthon, Descartes o Lin­neo entre muchos otros. Imag­i­na ser capaz de leer­los a todos, de dialog­ar con ellos.

Hace unos veinte años esta­ba cam­i­nan­do con mi padre por el cas­co viejo de Esto­col­mo. Nos topamos con una gran piedra en el exte­ri­or de la Casa de los Nobles, en ella había una inscrip­ción dora­da. Esta­ba en latín.

Golden inscription in Latin, about buildning a bridge in honour of Gustav III, on a pink granit slab.

No entendí nada, pero me quedé com­ple­ta­mente fascinado.

Este hal­laz­go sus­citó en mí un ardi­ente deseo de apren­der la lengua que esta­ba cince­la­da en esa piedra para poder desen­trañar aquel tesoro de tiem­pos remotos

Quor­sum haec? ¿Y por qué cuen­to esto?

Porque cuan­do te embar­cas en un largo via­je es fun­da­men­tal recor­dar tu pun­to de par­ti­da, a dónde te diriges y qué her­mosas vis­tas te aguardan en la cima de la mon­taña tras haber recor­ri­do los tor­tu­osos caminos has­ta ella.

Con­tin­ue­mos leyendo.

¿Cúal es tu motivación para aprender latín?

Apren­der a leer en latín, cuya lit­er­atu­ra abar­ca más de dos mile­nios, requiere mucho, pero que mucho tiem­po. Puedes apren­der a enfrentarte a los tex­tos, tra­ducir­los e inclu­so hablar un latín flu­i­do en mucho menos tiem­po. Pero si lo que quieres es con­seguir leer y enten­der la Lit­er­atu­ra Lati­na de la Antigua Roma y la que se pro­du­jo con pos­te­ri­or­i­dad, de acuer­do, esto en ese caso te va a lle­var mucho tiem­po y mucho esfuer­zo, por eso es tan impor­tante ten­er una gran motivación.

¿Por qué quieres apren­der latín? ¿Por qué estás apren­di­en­do latín?

En vis­tas de que apren­der latín con­ll­e­va mucho tiem­po, esfuer­zo y pacien­cia, es fun­da­men­tal encon­trar una bue­na moti­vación, un obje­ti­vo a largo pla­zo, tu aspiración, algo que te impulse a seguir ade­lante inclu­so cuan­do el empu­je ini­cial, por así decir­lo, haya decaí­do y esa magia desaparezca.

En este pun­to es donde el que tiene una moti­vación fuerte, defini­da, se mantiene firme mien­tras otros pier­den la ilusión o se fijan nuevos objetivos.

Si ya estás deci­di­do a apren­der latín ten en cuen­ta que tu moti­vación, tu obje­ti­vo, sigue sien­do algo prove­choso, pues esto te ayu­dará a seguir adelante.

1. Aprender latín, paso uno: encontrar tu porqué.

Sién­tate con un lápiz y un papel. Pon algo de músi­ca y escribe en mayúsculas. 

¿Por qué quiero apren­der latín?

O

¿Por qué estoy aprendiendo?

Escribe, sin ningún pre­juicio, cada razón, cada moti­vo que te ven­ga a la cabeza. Algunos serán evi­dentes, otros no tan­to, algunos serán mag­ní­fi­cos, otros no tanto.

Mira el papel: ¿Cuál es tu sueño?

¿Cuáles son tus moti­va­ciones para apren­der latín? ¿Real­mente quieres apren­der latín? Las cir­cun­stan­cias y los intere­ses cam­bian, lo que era váli­do hace cin­co o diez años puede no ser­lo ahora.

Sé sin­cero.

Si real­mente no encuen­tras ningu­na moti­vación que te inspire a comen­zar o con­tin­uar apren­di­en­do latín val­o­ra la posi­bil­i­dad de dejar­lo. Está bien, hay otras muchas cosas que apren­der en esta vida, las deci­siones que tomaste en el pasa­do no tienen por qué condi­cionarte en el presente.

Así pues, encuen­tra tu porqué, la razón por la que quieres empezar o con­tin­uar apren­di­en­do latín.

Asegúrate de que tu porqué sea sóli­do, como dijo Ovidio:

“Velle parum est, cupias, ut re potiaris, oportet.”

— Ovid­ius, Ex Pon­to, lib. III.

“Quer­er no es sufi­ciente, tienes que desear­lo para con­seguir­lo” 

Estas son algu­nas de las razones para apren­der latín que durante años he escucha­do de alum­nos y compañeros:

  • Leer latín por diversión
  • Para hac­er una inves­ti­gación de carác­ter histórico
  • Para escribir un tra­ba­jo que no se vea condi­ciona­do por lo pere­cedero de las lenguas modernas.
  • Via­jar a través del tiem­po vien­do cómo se desar­rol­la la his­to­ria des­de la antigüedad a la actu­al­i­dad en la mis­ma lengua que podrías hablar con un amigo.
  • Como un reto intelectual.
  • Para com­pon­er poesía que per­dure eternamente.
  • Porque es interesante. 

Cualquier razón lo sufi­cien­te­mente poderosa que te man­ten­ga en el empeño durante años es bue­na. Recuer­da, tu moti­vación es tuya y solo tuya. No per­mi­tas que nadie diga que tu moti­vación no es sufi­cien­te­mente bue­na o razon­able, que es estúp­i­da o ridícu­la. Está ahí para moti­varte a ti, no a los demás.

Encuentra tu porqué

En este pun­to asegúrate de que has escrito tu porqué en el papel. Cuél­ga­lo en tu pared o ten­lo a mano, esto te recor­dará porqué quieres apren­der latín. Lle­gará el momen­to en que nece­si­tarás recor­dar­lo, créeme.

Tus objetivos al aprender latín

Cuan­do ten­gas la certeza de que real­mente quieres apren­der latín y hayas anal­iza­do tus moti­va­ciones como pun­to de par­ti­da para estu­di­ar­lo, estarás prepara­do para fijarte unos objetivos.

Esto es muy impor­tante. En más de una ocasión he vis­to a alum­nos –inclu­so yo lo hice- que pasan por alto este pun­to, pen­san­do que solo con su moti­vación es sufi­ciente. En oca­siones lo es, pero la may­oría de veces no.

Apren­der latín supone empren­der un largo via­je en el que tu cabeza puede jugarte malas pasadas.

Dirás cosas como: “Es muy difí­cil, no estoy pro­gre­san­do, quizá el latín no está hecho para mí, además ¿quién lee en latín? Si el latín es tan her­moso ¿cómo es que acabó dec­li­nan­do en las lenguas romances?”

No escuch­es. Para no ser pre­sa de las tram­pas que te tiende tu propia mente debes trazar un plan de ante­mano, podemos deten­er a tiem­po esas dudas si nos fijamos y defin­i­mos unas metas ase­quibles. Con estos obje­tivos serás capaz de eval­u­ar lo lejos que has lle­ga­do en tu apren­diza­je lo cual es fun­da­men­tal para seguir adelante.

Mien­tras que la moti­vación es por qué quieres apren­der latín, los obje­tivos mar­can a qué niv­el quieres lle­gar. Tu moti­vación es la razón que te impul­sa y te mantiene en el camino para con­seguir los obje­tivos que quieres alcan­zar en tu apren­diza­je del latín. A veces ambos coin­ci­den, pero tus obje­tivos deben estar detal­la­dos, deben ser ase­quibles y estruc­tura­dos de man­era que puedas iden­ti­fi­car­los una vez que los hayas alcanzado.

2. Aprender latín, paso dos: márcate tu objetivo

Pro­ponte unas metas a largo pla­zo, quizá a un año vista, es decir, qué quieres ser capaz de hac­er o alcan­zar tras un año de estudio.

¡Sé audaz!

Estos son algunos ejemplos:

  • Ser capaz de leer los poe­mas de Cat­u­lo sin traducción.
  • Ser capaz de pon­er en prác­ti­ca todo el con­tenido del libro de tex­to Famil­ia Romana (encon­trarás más infor­ma­ción sobre este libro en el sigu­iente artícu­lo) a la hora de escribir o hablar.
  • Ser capaz de escribir sobre ti mis­mo, sobre tu vida y las cosas que te interesan.
  • Leer 1000 pági­nas en latín.
  • Leer todas las come­dias de Plauto.
  • Ser capaz de enten­der la misa en latín.
  • Ser capaz de leer doc­u­men­tos medievales para un tra­ba­jo de inves­ti­gación sobre historia.
  • Poder leer Pugio Bru­ti.

Sea cual sea el obje­ti­vo, asegúrate de que esté bien definido. Si es nece­sario escribe algu­nas líneas detal­lán­do­lo. Es impor­tante que seas capaz de com­pro­bar si has alcan­za­do tus metas o no, por eso obje­tivos tales como ‘hablar bien en latín’ son poco útiles, puesto que son muy sub­je­tivos. Tra­ta de for­mu­la­r­los de esta for­ma: “ser capaz de…” o “lle­gar a…”

Escrí­be­lo en el papel y cuél­ga­lo en tu pared.

3. Aprender latín, paso tres: divide tus objetivos en subobjetivos

Una vez que te has fija­do un obje­ti­vo a largo pla­zo vamos a des­glosar­lo en partes más pequeñas u obje­tivos a cor­to pla­zo. Aho­ra vamos analizar qué hay que hac­er para alcan­zar el obje­ti­vo a largo pla­zo escri­bi­en­do una lista de pasos que nos con­duz­can a ello.

Por ejem­p­lo, si tu obje­ti­vo es dom­i­nar el vocab­u­lario y la sin­taxis de un libro de tex­to en latín, podemos hac­er esto: dig­amos que el libro tiene 24 capí­tu­los y podemos mar­carnos el obje­ti­vo de leer­lo en 12 meses. En ese caso, deber­e­mos estu­di­ar dos capí­tu­los al mes. Por lo tan­to, podemos estable­cer obje­tivos secun­dar­ios como: “habré leí­do y enten­di­do (dare­mos más infor­ma­ción sobre téc­ni­cas de estu­dio en el sigu­iente artícu­lo) el tex­to y los ejer­ci­cios de un capí­tu­lo cada dos sem­anas. Esta estrate­gia nos per­mite eval­u­ar nues­tra evolución.

Esto se puede aplicar a todos los obje­tivos, lo puedes ajus­tar a tus propias metas y a tu rit­mo. Ten en cuen­ta cuán­to tiem­po puedes dedicar a estu­di­ar latín, si solo tienes 20 min­u­tos al día quizá debas recon­fig­u­rar tus obje­tivos. Aun así 20 min­u­tos al día no deja de ser un tiem­po con­sid­er­able al cabo de un año. Recuer­da, se puede sacar tiem­po para estu­di­ar latín a lo largo del día, por ejem­p­lo, cuan­do estás hacien­do cola, con­ducien­do, cuan­do vas en el auto­bús o pase­an­do al per­ro. (Hace tiem­po escribí un artícu­lo sobre Cómo mejo­rar tu niv­el de latín dedicán­dole 10 min­u­tos al día puedes con­sul­tar­lo aquí, tam­bién otro tit­u­la­do Un poco de latín cada día) No es ningu­na novedad, sobre el año 1420 el human­ista ital­iano, Verg­e­rio escribió esto en su trata­do de ingenuis moribus et lib­er­al­ibus adules­cen­ti­ae studi­is liber:

“Bonae eten­im ratio­nis est ea quoque bona col­ligere quae solent neglegere ceteri, ut si quis super cenam legat et som­num qui­dem inter libros exspectet aut certe per libros fugiat.”

— Verg­e­rio

“Cier­ta­mente, es bue­na idea aprovechar aque­l­los momen­tos que los demás sue­len preterir, como leer durante la cena y esper­ar que llegue el sueño con la lec­tura o tratar de evi­tar­lo leyendo”.

Asegúrate de que los obje­tivos se adap­tan a tus necesi­dades y al tiem­po del que dispones. 

En defin­i­ti­va, per­fi­la con detalle tu obje­ti­vo prin­ci­pal, divíde­lo en sub­ob­je­tivos ase­quibles mar­cán­dote unos pla­zos. Com­prue­ba que puedas alcanzarlos.

Por lo que respec­ta a los pasos a seguir encam­i­na­dos a lograr los dis­tin­tos obje­tivos mar­ca­dos, vamos a tratar aho­ra de imple­men­tar­los de man­era que los con­vir­ta­mos en hábitos.

Five cartoon submarines all with the text "goal" on them to turn them into "sub-goals".

Hábitos para el día a día: fundamental cuando aprendes latín por tu cuenta.

Fijarte obje­tivos es un buen comien­zo, pero sin el hábito que te lle­va a pon­erte a tra­ba­jar lo más prob­a­ble es que, una vez haya pasa­do el estí­mu­lo de la novedad, el obje­ti­vo acabe por pere­cer lle­va­do en solemne pro­ce­sión al cemente­rio de los obje­tivos inal­can­za­dos por fal­ta de hábito, tal como Pon­tano dijo:

“capi­en­da con­sue­tu­do quaedam quae sen­sum laboris imminuit.”

— Pon­tanus, Pro­gymn. 47.

“Debes crear un hábito que atenúe la per­cep­ción del esfuerzo”

Si solo sacas un con­cep­to en claro de este artícu­lo que sea la idea de cómo adquirir un hábito. En ese caso, ¿cómo podemos crearnos el hábito de apren­der latín?

4. Aprender latín, paso cuatro: crear un hábito.

Vuelve a coger tu papel y tu bolí­grafo, pien­sa en tus obje­tivos a cor­to pla­zo y val­o­ra si puedes crear un hábito diario que te per­mi­ta alcan­zar­los y de igual man­era con los obje­tivos a largo plazo.

Por ejem­p­lo, dig­amos que tu meta es enten­der los con­tenidos de un libro de tex­to (o de un libro sobre cómo com­pon­er tex­tos en prosa, lo cual siem­pre es diver­tido) que com­prende 24 capí­tu­los y tu obje­ti­vo a cor­to pla­zo es tra­ba­jar dos capí­tu­los al mes. En ese caso un hábito diario podría ser leer y estu­di­ar durante 20 min­u­tos o, por ejem­p­lo, leer 5 pági­nas en latín cada día. No tiene por qué ser una ruti­na que lleves a cabo todos los días, pero mi propia expe­ri­en­cia y la de mis alum­nos me ha demostra­do que es más fácil man­ten­er un hábito si lo haces diari­a­mente. A colación de esto podemos citar de nue­vo al human­ista Verg­e­rio quien man­i­fi­es­ta aquí una opinión similar:

“Se pueden alcan­zar los obje­tivos exi­tosa­mente si dis­tribuimos el tiem­po de man­era apropi­a­da, si asig­namos un horario fijo al estu­dio y no dejamos que ningún otro asun­to nos dis­traiga de nues­tra lec­tura diaria”

Procu­ra que tu hábito sea razon­able y que puedas cumplir­lo. ¿Lo tienes en mente? De acuer­do, entonces escrí­be­lo, detal­la cuán­tas pági­nas, cuán­tos ejer­ci­cios o cuán­to tiem­po vas a dedicarle.

Hábitos recomend­ables para apren­der latín:

  • Lee 15 min­u­tos al día
  • Mem­o­riza una línea o un ver­so al día
  • Escribe un diario en latín
  • Escucha algo en latín cada día

(Puedes con­sul­tar Patre­on donde pub­li­camos nuevos vídeos en latín todos los viernes)

5. Aprender latín, paso cinco: pon en práctica tu hábito

En el libro El poder del hábito (2012) Charles Duhigg iden­ti­fi­ca tres com­po­nentes prin­ci­pales en relación con los hábitos: momen­to clave, acción y recompensa.

El momen­to clave es lo que real­mente orig­i­na el hábito, este puede ser un momen­to del día, un lugar u otro hábito. Un ejem­p­lo de momen­to clave para muchos fumadores es la sobreme­sa que des­en­ca­de­na la acción de fumarse un cig­a­r­ril­lo. Otros en cam­bio sue­len tomar un tro­zo de choco­late después de com­er. De la mis­ma for­ma el momen­to clave para cepil­larse los dientes es después del desayuno.

La acción es un hábito en sí mis­mo, fumar, cepil­larse los dientes, leer 5 min­u­tos o escribir 10 líneas.

Latin daily habit illustrated by a toothbrush laying on top of a pile of Latin books, the top one open.

La rec­om­pen­sa es sen­tirte bien como resul­ta­do por haber cumpli­do con tu deber –la sen­sación de fres­cor en tu boca después de haberte cepil­la­do los dientes, la sat­is­fac­ción de haber leí­do 5 minutos.

Así pues, para adquirir un nue­vo hábito tienes que empezar por encon­trar un estí­mu­lo para pon­erte en mar­cha, que te recuerde, si lo deseas, que debes lle­var a cabo esa acción.

Por ejem­p­lo, lo primero que hago todas las mañanas es hac­er ejer­ci­cio, el momen­to clave es lev­an­tarse de la cama. De esta for­ma no ten­go que pen­sar ni decidir –esto puede resul­tar muy duro algunos días. Yo solo hago lo que sue­lo hac­er siem­pre, es un hábito.

Otros ejem­p­los de momen­tos clave para imple­men­tar un hábito de estu­dio puede ser encon­trar un momen­to del día después de haber lle­va­do a cabo otro hábito diario (com­er, cepil­larse los dientes, etc.), es impor­tante el lugar en el que estás, puedes leer 5 min­u­tos antes de subir al coche o antes de bajarte, leer mien­tras esperas el metro o el auto­bús, dan­do una clase online durante la comida.

La idea es tan sen­cil­la como vin­cu­lar la acción que quieres lle­var a cabo a algo que te lo recuerde, como un momen­to del día (ej.: las 19:30), un lugar (ej.: en el tren), u otro hábito (ej.: jus­to después de levantarte).

Si la sat­is­fac­ción de haber cumpli­do tu obje­ti­vo no es sufi­ciente rec­om­pen­sa puedes bus­car algo más. Debe ser algo con­sis­tente, algo que te aporte una sen­sación de autor­re­al­ización. Esto es espe­cial­mente impor­tante al prin­ci­pio puesto que los hábitos son muy frágiles en su esta­dio inicial.

A este respec­to algo tan sim­ple como un cal­en­dario y un sub­rayador pueden hac­er mar­avil­las. Cada día cuan­do hayas acaba­do tu cometi­do, tu hábito para apren­der latín, tacha el día en el cal­en­dario con una enorme cruz que sea bien visible.

A calendar with big red crosses checking off almost the entire month as an illustration for having done your daily Latin habit.

En con­clusión, con­sid­era el hábito que has for­mu­la­do en el paso cua­tro y bus­ca un estí­mu­lo y una rec­om­pen­sa acorde. 

Aprende latín: empecemos

Has­ta el momen­to hemos habla­do sobre la moti­vación, los obje­tivos y los hábitos.

Reca­pit­ule­mos los pasos. Hemos habla­do sobre:

  • Encuen­tra tu porqué. Sién­tate y pien­sa por qué quieres apren­der latín. Sé sin­cero y escríbelo.
  • Define tu obje­ti­vo. ¿A qué aspi­ras? ¿Qué quieres con­seguir con respec­to al latín en ese pla­zo de tiem­po? Ten ambi­ción, sé con­cre­to y sin­cero con­ti­go mis­mo. Escrí­be­lo en tu papel. 
  • Divide tu obje­ti­vo en obje­tivos menores, es decir, en pequeñas metas con unos pla­zos estipulados. 
  • Pien­sa en una acción cotid­i­ana que te ayude a alcan­zar estos obje­tivos a cor­to pla­zo –y a largo pla­zo tu meta final‑, por ejem­p­lo, leer dos pági­nas, y una rec­om­pen­sa. (ej. tacha un ele­men­to de tu lista, o una galleta).
  • Decide cuál va a ser tu momen­to clave, el que te recuerde cuán­do o dónde debes eje­cu­tar la acción que acti­va tu hábito.
  • ¡aho­ra solo te que­da pon­erte manos a la obra!

¿Qué tengo que hacer ahora?

  • Sién­tate y sigue los pasos. Llé­va­l­os a cabo con­cien­zu­da­mente, tómate tu tiem­po, no hay prisa. Esta parte es importante.
  • Com­parte tus obje­tivos y reflex­iona sobre ellos con otras per­sonas, hac­er­lo te resul­tará real­mente útil, es algo en lo que me gus­taría haber pro­fun­diza­do más.
  • Com­parte este artícu­lo si te ha pare­ci­do útil. Puedes unirte a la comu­nidad Latini­tium en Patreon.com para dis­fru­tar sem­anal­mente de nue­stros videos en latín. 

En el próx­i­mo artícu­lo nos aden­traremos en el análi­sis de los recur­sos didácticos.

Tra­duci­do por Car­les Garcia

Daniel Pettersson

Daniel Pettersson

Teacher and author Daniel Pettersson, M.A., is co-founder of Latinitium and is currently teaching Latin at Stockholm University, where he is also working on his Ph.D. dissertation on Humanist Colloquia. Daniel believes in the importance of Latin literature in the modern world and that you can teach yourself Latin with the right motivation, method, and material.
Written by Daniel Pettersson

Written by Daniel Pettersson

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